La brecha que separaba su cuerpo del mio no era superior a un metro y medio. pero realmente parecia que estabamos en otro mundo. Distantes uno del otro.
Me quedé en silencio mirandola de pie al otro lado de la puerta, sólo el sonido caotico del exterior podía perturbar nuestra quietud. No voy a mentir, no intenté moverme un centimetro. Mi yo orgullo rompió la censura y se dedicó a taladrarme la cabeza-Ni un centimetro. quedate ahí parado. no digas nada, que ella entre..ella se fue..que ella de el paso. tu no!.
La vi a los ojos y pude ver un abismo esparcirse detrás de ellos. Entre más la veia, más la desconocia. Incluso crei no reconocerla por un momento, hasta que vi a la brisa mover suavente su cabello color negro, ese ondear delicado me recordó la mañana en que la conoci sentada en un café del centro, leyendo una novela, cuyo titulo no logro recordar. Era Ella. Ella esperándome. no sé si me reconoció, pero era yo, al otro lado de la puerta. Esperando que recordara mi orgullo y se decidiera a entrar , para quedarse... para quedarse para siempre conmigo.
El tiempo era infinito en esos momentos. No teniamos, creo, idea de si era de dia, de noche. Sólo estabamos mirándonos en silencio, como si de esa forma nos dijeramos tantas cosas que no intentamos de decir antes.
-¿que mierda me pasó?
mis yos liberan sus voces y tratan de responderme
- eres un débil, un cobarde..clásico de ti/ el yo vomitivo
- muchos sentimientos / el yo sensible
- Tú eres la razón de todo esto / el yo culpa
- deja el drama y por favor come algo / el yo hambre
ninguna de sus respuestas me convence.
En fin, ella y yo no dejamos de mirarnos por un tiempo indeternminado. Hasta que su telefono sonó. lo sacó de su bolsillo, dijo dos palabras. Y sin dejar de mirarme habló tan claro como amanece en primavera:
- Era mi marido. Quizás no vuelva nunca más a tu casa.
Se dio la vuelta y dejando su cabello flotar en el aire por un milisegundo, desaparecio en la calle.
¿Que mierda me pasó?
Sigo preguntándomelo mientras me tomo un café en el mismo lugar donde la conoci.
La calle bulliciosa que rodea el café me ayuda a no escuchar a mis yos, mientras la única palabra que flota en mis pensamientos, es "quizás"...
a A. B.